lunes, 28 de octubre de 2013

Menú del banquete que ofreció la ciudad de Guanajuato a los periodistas americanos y canadienses acreditados para las Fiestas del Centenario.

  Así como muchos de los Estados de la República Mexicana participaron con fondos para la construcción del monumento a Josefa Ortíz de Domínguez en Queréatro, así como, previo a las Fiestas del Centenario se circuló un oficio a todos los pueblos, villas y ciudades de México para exhortar a los pobladores para colaborar económicamente con el gobierno federal para la realización de las festejos, así las ciudades principales de México tuvieron que participar en los distintos actos oficiales que, el gobierno encabezado por Porfirio Díaz, ofrecía a todas las delegaciones participantes. En el caso de la ciudad de Guanajuato, tan importante como lo era el puerto de Veracruz, las ciudades de Puebla, Mérida, Guadalajara y Monterrey, su participación fue requerida para, en el caso de Guanajuato, ser los anfitriones del banquete oficial que se ofreció a la prensa norteamericana y canadiense que asistió como testigo informante de lo que México estuvo celebrando a lo largo del mes de Septiembre de 1910.

  El 12 del mencionado mes en el Casino de Guanajuato se ofreció un estupendo menú a la prensa acreditada para cubrir el evento. el menú, como lo marcaba la etiqueta de entonces, fue al estilo francés.

viernes, 11 de octubre de 2013

La Cabalgata de la Ruta de la Independencia Nacional: Su paso por Salamanca, 10 de Octubre de 2013.

   Año con año, desconozco desde hace cuanto tiempo, se organiza entre las distintas asociaciones de charros y de gente del campo y de gente interesada en la Historia de México y en manifestar un amor patrio, en el estado de Guanajuato la Cabalgata de la Independencia. En ella lo que se trata es de volver a caminar, coincidiendo en las fechas que, el cura Hidalgo recorrió los caminos de Guanajuato encabezando el movimiento de insurrección que dio inicio a la Guerra de Independencia.

   La Ruta de Hidalgo, bien lo sabemos, fue marcada en 1960 con las estelas de Cabeza de Águila que, en 260 puntos del país, fueron colocadas para recordar ese camino que, durante siete meses recorrieron los Insurgentes, luego de triunfos, derrotas, vitoreados, apabullados, como rehenes, motivados en ocasiones, deprimidos en otras. La ruta toca 11 estados de la República, además de Guanajuato, en San Luis Potosí tienen esta tradición, la de recorrer las huellas de Hidalgo en las fechas en que él lo hizo.

   En el caso de Guanajuato, la ruta comienza justo el 16 de Septiembre, comenzando en Dolores, para seguir a La Erre, Atotonilco, San Miguel Allende, Comonfort, San Juan de la Vega, Apaseo, Celaya, Villagrán, Sarabia, Salamanca, Irapuato, Burras y Guanajuato. Luego de la ceremonia del fuego que tradicionalmente se realiza en la Alhóndiga de Granaditas el 28 de Septiembre, los jinetes seguirán la ruta histórica en la fecha en que Hidalgo lo hizo, así es como, ayer, 10 de Octubre, el contingente enfila al sur, pasando nuevamente por Irapuato y Salamanca para seguir a Valle de Santiago, Jaral del Progreso, Salvatiera, Acámbaro y Tarandacuao.

   Una emoción especial causan cada vez que entra la Cabalgata por las ciudades en donde, la vida actual nos ha hecho inmunes a los ruidos urbanos, a los motores de vehículos y sus pestilentes humos, a las prisas de la vida cotidiana. De pronto se oye el golpeteo continuo y acompasado de los caballos, una veintena de ellos vienen, formados casi con marcialidad. El tránsito de vehículos se suspende y solo las herraduras golpeando en el pavimento se oyen, sigue luego la formación oficial para hacer los honores a la Bandera, entonar el Himno Nacional  y recordar que por aquí, en esta fecha, hace ya 203 años pasó don Miguel Hidalgo y Costilla buscando materializar esa idea de Independencia, cosa que se llevó once largos años.

   Veo que esta tradición continuará por mucho tiempo, veo en este contingente gente joven, incluso niños, los cuales, seguramente, mantendrán esa idea de manifestar de tan peculiar forma, el amor que hacia la patria debemos tener, especialmente en días tan aciagos como los que últimamente estamos viviendo.










lunes, 7 de octubre de 2013

Francisco Javier Clavijero, maestro de Miguel Hidalgo y Costilla en el Colegio Jesuita de Valladolid.

   Quienes gustamos de la historia de México vemos en muchas ocasiones la referencia del padre jesuita Clavijero, lo ubicamos bien dentro de los pasajes históricos que él vivió como los que refirió en su obra. Al ver su vida encontramos que hubo un encuentro, de varios meses, tal vez un año escolar, con el aun menor Miguel Hidalgo cuando cursaba sus estudios primarios en el Colegio Jesuita de Valladolid. El encuentro se da en 1765, cuando iniciaba el curso el 9 de octubre. Hidalgo contaba con 12 años; Clavijero sería trasladado a Guadalajara en abril de 1766, esto nos confirma que fueron solamente unos meses los que el tuvieron contacto estos dos grandes personajes.

   "Nació Francisco Javier Mariano Clavijero, en la ciudad y puerto de Veracruz el 9 de septiembre de 1731. Su padre era don Blas Clavijero, natural de las montañas de León, en la vieja España, su madre doña María Isabel Echegaray, de distinguida familia oriunda de Vizcaya. Como hombre instruido que era, educado en Francia durnate el próspero reinado de Luis XIV y muy protegido por el poderoso duque de Medina Celi, don Blas pasó a esta Nueva España muy recomendado y a poco le vemos de Alcalde Mayor de Tezuitlán y luego en Xicayán de la Mixteca. Tuvo este feliz y cristiano matrimonio once hijos. Francisco Javier fue el tercero de ellos; otro, el mencionado padre Ignacio. No tenemos más noticia de los ocho restantes. Desde sus tiernos años el niño Clavijero estuvo en contacto con los indígenas súbditos de su padre, lo que le dio ocasión, bien aprovechada, para aprender las lenguas vernáculas, señaladamente la náhuatl, la otomí y la mixteca, que tanto le valieron, sobre todo la primera, para realizar la gran obra de su vida.

   "Después de cursar letras humanas y filosofía en los colegios jesuíticos de Puebla, entró por fin en la Compañía de Jesús en su noviciado de Tepotzotlán el 13 de febrero de 1748. Su notable capacidad untelectual y prodigiosa retentiva, bien pronto le colocaron, al terminar sus estudios, al frente de muy importantes cátedras de letras y filosofía y aun en la misma Prefectura de Estudios del Real Colegio de San Ildefonso. Leyó por entonces, aparte de todos los textos aristotélicos, los de algunos filósofos, entonces modernos: Descartes, Gassendi, Leibnitz, Newton, pero los leyó, no como están escribiendo autores ligeros de la actualidad "a escondidas y de contrabando", sino con pleno conocimiento y anuencia de sus superiores. Nada más fácil entre nosotros, que conseguir el permiso para leer libros prohibidos, cuando esta lectura es conveniente y aun necesaria para in hombre bien formado y profesor de filosofía, obligado a estar al corriente de los progresos de esta ciencia.

  "Mucho se ha hablado de las tendencias de Clavijero a ciertas innovaciones en la enseñanza de la filosofía. Estas tendencias se refieren únicamente a detalles en el método de enseñanza y al laudable empeño en descartar tantas trivialidades y cuestiones pueriles como se fueron introduciendo al correr de los siglos; pero, entiéndase bien, todo ello sin salir de la filosofía aristotélica, como bien dice su eximio y contemporáneo biógrafo Maneiro: "Demostró clarísima y aguda inteligencia en el estudio de la filosofía que se enseñaba entonce y de la cual, después, ya Maestro, él mismo se esforzaría por eliminar muchas cosas inútiles, para sustituirlas por la auténtica filosofía de Aristóteles".

  "Su afición favorita, sin embargo, fue la historia y la historia de su país natal. Esta afición era intelectual y además afectiva. Provenía precisamente de la estima que tenía de los indígenas, y este sentimiento le acompañó toda su vida y resplandece en todo el discurso de sus obras. Por esto recibió con gran gusto del padre Campoy, ilustre jesuita sonorense, la noticia de que en la biblioteca del Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo, se encontraba un rico tesoro documental, el que había legado el ilustre sabio Carlos Sigüenza y Góngora, con la particular advertencia de que esos papeles se guardasen en cajones hechos de cedro de la Habana, para que los manuscritos no fuesen destruidos por la polilla.

  "Clavijero se sumergió en esos documentos, devoró con avidez intelectual aquella singular literatura y este fue el principio que luego había de germinar y dar a su tiempo tan sazonados frutos. Enseñó letras humanas y filosofía en San Ildefonso de México, en el Colegio de San Gregorio de la misma ciudad y en Valladolid, donde tuvo entre sus discípulos al jovencito Miguel Hidalgo y Costilla, como este mismo dejó anotado. De ahí pasó al Colegio de Guadalajara, donde le sorprendió el bárbaro decreto de Carlos III, primer peldaño, hacia abajo, de nuestras ruinas sociales.

  "Sin más equipaje que una muda de ropa y su breviario, fue embarcado el 25 de octubre de 1767 en el paquebot llamado Nuestra Señora del Rosario. Entre mil sufrimientos y un naufragio, del que se salvó invocando a Nuestra Señora de Guadalupe, llegó a Italia y allá fue destinado por sus superiores a Ferrara; mas luego, cuando ya concibió su idea de escribir la historia de México, trasladose a Bolonia, donde el ambiente literario y la cercanía de Bibliotecas y archivos tanto le habrían de ayudar para llevar a feliz término su empresa. En el año de 1787 falleció a la temprana edad de 55 años, víctima de un total agotamiento que se tradujo al fin en dolorosa infección vesicular.

Según un libro de texto de hace algunos años, así fue la expulsión de los Jesuitas de México.

Fuente:

1.- Cuevas, Mariano. Prólogo al libro Historia Antigua de México. Francisco Javier Clavijero. Editorial Porrúa, México. 1974. pp. IX-XI.