lunes, 13 de diciembre de 2010

Hacienda de San Blas del Pabellón, municipio de Rincón de Romos, Aguascalientes. Cabeza número 149

El camino que conduce a la Hacienda de San Blas del Pabellón, así lucía a principios del siglo XX.

La crónica del profesor Topete del Valle asegura que el cura Hidalgo salió de San José de Gracia el 24 a las 5 de la mañana con el fin de llegar a Pabellón, arribando el propio día; Amaya dice que fue el 25, sea lo uno o lo otro, lo cierto es que, cuando el padre Hidalgo llegó a la Hacienda de San Blas del Pabellón, ya se enontraban allí Allende, Aldama, Jiménez, Iriarte, Arias, Rayón y demás jefes insurgentes, aunque otros aseguran que después llegó Allende.

Una vez reunidos todos en el antañoso caserón de la Hacienda se constituyen en asamblea, tomándose como recinto la amplia sala del señorial caserón, cuyos vestigios de su grandeza aun pueden apreciarse. Acto seguido se deja oír la voz tonante y airada de Allende, dirigida al párroco de Dolores, señalándole los graves errores cometidos en la campaña durante el tiempo que fungió como jefe supremo del movimiento de Independencia, puntualizándole: no haber aceptado la evacuación de Guadalajara, por lo que se le consideraba como el inmediato culpable de la derrota de Calderón.

Otro carrgo más fue el empeñarse en consentir que la masa del pueblo participara en los combates, quien, en lugar de reforzar a los combatientes veteranos, era la primera en sembrar el pánico y la indisciplina. También se le hacía responsable de la no ocupación de la capital del reino, así como de las derrotas sufridas en Guanajuato, Aculco, etc., etc., Todos hablaron con la emoción y sinceridad que la situación del momento imponía.

El párroco de Dolores, hombre de profunda penetración psicológica pensó en esos instantes que bastaba una sola expresión favorable a su persona para provocar sangrienta contienda ahí mismo, entre ellos y, hasta, posiblemente su muerte, lo cual hubiera aprovechado el gobierno virreinal, por lo que optó por guardar silencio y aceptar los cargos que se le imputaban, así como dejar el mando supremo del movimiento. Después de todas las discusiones habidas, la reunión culminó como era de esperarse con la separación del mando que había ostentado hasta ese momento el padre Hidalgo, quedando depositado en Allende, mando que le fue ratificado posteriormente en Saltillo. Así terminó la reunión de los jefes de la insurgencia en la histórica hacienda de San Blas del Pabellón conviniendo todos en continuar la marcha por la tarde rumbo al norte y simular ante la tropa y el pueblo que el cura Hidalgo seguía siendo el alma del movimiento libertario, por ser el único que podía ejercer influjo podroso en el sentimiento de las masas.

El párroco de Dolores depués de la reunión caminó por la plaza, largos momentos, platicando de cuando en cuando con grupos que se acercaban a él para saludarlo, dejando en ellos, la impresión de que su conversación era amable, amena, bondadosa y dulce, así llegó la tarde cuando principiaron a salir pequeños contingentes prosiguiendo el desplazamiento al día siguiente con el grueso de las fuerzas, ya bastante mermadas, en virtud de que Allende había dispuesto la selección de las fuerzas por razones de la táctica militar.

En tanto que esto pasaba en la Hacienda de Pabellón el teniente general Mariano Jiménez, ex estudiante de minería del Colegio de Guanajuato, que operaba en Coahuila, obtenía un gran triunfo después de reñido combate, derrotando en Carneros y Agua Nueva, al teniente coronel Ochoa y a Cordero, quien fue entregado al propio Jiménez por sus mismos soldados. Esta victoria obligó al gobierno del Nuevo Reino de León, a declararse en favor del movimiento de Independencia, lo que también secundó el territorio de Texas.

Los triunfos anteriores fueron opacados en gran parte con las derrotas sufridas por los Insurgentes en San Blas, Tepic, Aculco, Guanajuato y Calderón, motivo por el cual algunos criollos organizaron una contra revolución, declarándose nuevamente bajo el dominio de la autoridad virreinal, lo que dio motivo a la aprehensión del mariscal de campo, licenciado Ignacio Aldama, en Béxar, cuando se dirigía a los Estados Unidos del Norte, en comisión diplomática.

Entre los miembros de la contra revolución figuraba Francisco Ignacio Elizondo, capitan de compañías presidiales en esa región, quien se apoderó de Monclova, aprehendiendo a las autoridades que Jiménez designó después de los triunfos alcanzados en Agua Nueva.

Al cura Hidalgo, ya despojado del mando supremo continúa su marcha en unión de Allende y demás jefes Insurgentes con rumbo a Zacatecas. A temprana hora del día siguiente el grueso de las fuerzas inician su salida llevando como guía a don José Antonio Torres, conocido como El Amo Torres, recorren, según T. Vela Salas:

Arámbula,
Ojo de Agua,
Rincón de Romos,
Escalera,
Cerro Blanco,
Las Rosas,
Laguna de Piedras y
Chiquihuitillo.

Entra nuevamente al estado de Zacatecas por Tierra Colorada hasta pasar por la Hacienda de San Pedro Piedra Gorda.

Todo el texto anterior lo tomé del libro del profesor Felipe Jiménez de la Rosa, Ruta de Hidalgo 1810-1811 publicado en la ciudad de México por la casa Lápiz y Papel de México en 1960, como contribución del autor a los festejos del Sesquicentenario. Cabrá mencionar que las fotos de éste artículo no corresponden, en lo mínimo, al estado de Aguascalientes, las he incluído para darle imágen visual solamente. La cámara me fue robada en Zacatecas con todas las fotografías, estupendas, por cierto, que había logrado a lo largo de la geografía hidrocálida, si me es posible regresar y adquirir una cámara fotográfica, incluiré algunos artículos para mostrar lo que son estos lugares en la actualidad.

Las fotos que aquí aparecen fueron tomadas así:

1.- Hasta monumental en la entrada norte de Jilotepec, Estado de México.
2.- Uno de los varios puentes que existen en Tepeji del Río, Hidalgo.
3.- Monumento a Miguel Hidalgo en la autopista México-Querétaro
4.- Antorcha simbólica del Bicentenario en Morelia, Michoacán
5.- Estatua ecuestre de José María Morelos en Morelia, Michoacán.

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