martes, 9 de febrero de 2016

De lo ocurrido en Guanajuato tres días antes del 16 de septiembre de 1810

    Si no eres de Guanajuato o has estado allí en septiembre no sabrás que hay una conmemoración más grande aun que el Grito del 15 o el desfile del 16. Se trata de la ceremonia de Renovación del Fuego de la Libertad, que se realiza el 28 de septiembre día del aniversario de la toma de Granaditas, de hecho el 28 de cada mes -tengo entendido- se hace una ceremonia a la que asisten algunas escuelas primarias de determinados municipios del estado de Guanajuato, pero ese día, en septiembre la ciudad se paraliza pues mucho se ha ensalzado (o exaltado) lo ocurrido en la toma como acto heroico, pero, al leer lo sucedido en los reportes de la época nos deja más bien un mal sabor de boca. Entiendo que, por ejemplo, en París se celebra con gran alegría el 14 de Julio la Toma de la Bastilla, y nadie recuerda de los horrores ocurridos allí, algo similar (creo) ocurre con la fiesta del 28 de septiembre en Guanajuato.

  Esto que a continuación transcribo, es la primera parte de la Relación de lo ocurrido en Guanajuato desde el 13 de septiembre hasta el 11 de diciembre de 1810. Documento emitido en Guanajuato el 11 de diciembre de 1810.

   "El jueves 13 de septiembre de 1810, se dio la noticia al señor don Juan Antonio de Riaño, intendente de esta capital, por don Francisco Bustamante capitán del batallón de ella, de que el cura de Dolores don Miguel Hidalgo, asociado de los capitanes del Regimiento de la Reina don Ignacio Allende, don Juan Aldama y don Mariano Abasolo, tenían formada una conspiración para sorprender la noche del 1º de octubre a todos los europeos avecindados en esta ciudad, apoderándose de sus caudales, y que para esto se habían coligado con los sargentos de este batallón Juan Morales, Fernando Rosas, e Ignacio Domínguez, y con el tambor mayor José María Garrido, a fin de que estos ganasen a los soldados que estaban de guardia y ayudasen en la empresa. No quiso el referido señor intendente creer a primera vista semejante denuncia, hasta que por el citado Bustamante se le hicieron ver documentos que justificaban su aserto, además que Garrido se delató voluntariamente, manifestando 70 pesos que había recibido para el proyecto. Luego que el señor Riaño estuvo satisfecho de la verdad del caso mandó a Garrido fuese a Dolores y le trajese una noticia individual de las disposiciones del cura Hidalgo, conminándolo con pena de la vida si no desempeñaba bien el encargo.

   Ínterin esto se verificaba comisionó al sargento mayor don Diego Berzabal, para la prisión de los sargentos cómplices, la cual se verificó la madrugada del 14 de septiembre sin percibir el público la causa de ella; y examinados por el comisionado confesaron de liso en llano todo el hecho. Volvió Garrido de su expedición, y dio parte de que el cura Hidalgo tomaba con eficacia las medidas para verificar su proyecto en el día citado, lo que oído por el señor intendente, mandó se le pusiese en la prisión que a los demás para que no sospechasen su delación. Inmediatamente libró orden al subdelegado de San Miguel el Grande, para que aprendiesen a los capitanes Allende y Aldama, y que con la mayor violencia pasase al pueblo de Dolores e hiciese lo mismo con el cura Hidalgo y don Mariano Abasolo. Al mismo tiempo encargó a don Francisco Iriarte, que casualmente se iba a la villa de San Felipe inmediata al pueblo de Dolores, que observase los movimientos del cura y le diese parte de la más ligera novedad.

   El martes 18 de septiembre, día en que Guanajuato se hallaba lleno de consternación y sentimiento, por haberse enterrado al virtuoso y benéfico europeo don Martín de la Riva, al acabarse sus funerales a las 11 1/2 de la mañana, llegó un expreso mandado por Iriarte, el que daba parte al señor intendente, que habiendo interceptado el capitán Allende la orden que su señoría mandaba al subdelegado de San Miguel el Grande que queda referida, se fue a Dolores donde llegó el día 15 a las 12 de la noche, conferenciando con el cura Hidalgo se levantó éste, y con 5 hombres voluntarios y 5 forzados comenzó su empresa, prendiendo a 7 europeos de Dolores, incluso el padre sacristán, confiscando y repartiendo sus bienes, lo mismo hicieron en San Felipe el día 16 caminando con todos los presos para la villa de San Miguel donde había ejecutado lo mismo, de donde por momentos con multitud de gentes que se le habían asociado debía venir a esta capital.

   Sorprendido con la noticia el señor intendente mandó tocar generala, se juntó el batallón que estaba sobre las armas, y casi todo el vecindario así europeos como americanos, y un gran número de plebe. Al mismo tiempo se veían correr hombres a caballo y a pie por todas direcciones; se cerraron las puertas de las casas. La comunidad de San Diego se presentó en la puerta del templo enarbolando un Santo Cristo. Las plazas quedaron solas y todo causaba el mayor horror y confusión. Cerciorado el público del hecho, se le advirtió el mayor empeño de entrar en acción con los enemigos, los que según el general entusiasmo si entran aquel día hubieran perecido sin remedio; y se aseguraba estaban a tres leguas de esta ciudad. A las 2 de la tarde mandó el señor intendente juntar en las Casas Reales a los prelados de las religiones, eclesiásticos y vecinos distinguidos, exhortándolos y noticiándoles estos hechos, asegurándoles que le parecían muy bastas y fundadas las medidas del cura, y temía con fundamento que dentro de 6 horas sería su cabeza el escarnio del pueblo".

  “En la tarde se condujeron maderas cerrando las bocacalles principales, con trincheras y fosos, poniendo a los vecinos sobre las armas, estableciendo patrullas de a caballo, mandando avanzadas de 40 hombres a Santa Rosa, Villalpando y Marfil, puntos por donde se temía la invasión. El jueves 20 a la una de la mañana se tocó generala, por haber dado parte la avanzada de Marfil de que se descubría gente enemiga, y se puso la ciudad en movimiento, aunque se advirtió no reinaba ya el entusiasmo que el primer día, pero se atribuyó a lo incómodo de la hora, y este movimiento duró hasta las 2 1/2 de la mañana en que llegó nuevo parte, diciendo no haber nada, y que la causa fue dos balazos que se le antojó tirar al cura de Marfil. Seis días se mantuvo este género de fortificación guardándose una vigorosa disciplina en la guarnición, como en la mejor plaza de armas.

   El lunes 24 del mismo amaneció la ciudad sin las trincheras y cegados los fosos, cosa que se extrañó demasiado hasta que se tuvo noticia de que la noche anterior, había dispuesto el señor intendente, hacerse fuerte en la nueva y hermosísima alhóndiga de Granaditas, situada en la entrada principal de esta ciudad, en una pequeña altura, lo cual verificó dicho señor retirándose a ella, y llevándose consigo cuanto existía en la Real Tesorería de plata y oro acuñado, en barras, azogue en caldo, bulas, papel sellado, archivo, incluso el de la ciudad, y cuantos utensilios existían en aquella real casa, con la Caja de Provincia, que contenía los caudales de propios, y bienes de comunidad, señalando una pieza donde asistiesen los ministros de Real Hacienda y demás oficiales. Hecho esto mandó construir tres trincheras en las tres calles principales que conducen a dicha alhóndiga, con maderas de encino y fosos en que se trabajaba con la mayor actividad, dejando una especie de plazoleta que circundaba a la misma alhóndiga.

   Hizo entrar en ella al batallón de infantería, dos compañías de Dragones del Príncipe que vinieron de Silao, la mayor parte de los europeos y muchos americanos decentes, todos armados, con lo que se creyó seguro de poderse mantener por muchos días hasta que le llegase alguno de los auxilios que había pedido con expresos al excelentísimo señor virrey de México y al señor comandante de brigada don Félix Calleja, y para sostenerse en caso de sitio, acopió todo género de víveres capaz de mantener por tres o cuatro meses a 500 personas que compondrían la guarnición del fuerte”. (1)


Fuente:

1.- J. E. Hernández y Dávalos. Historia de la Guerra de Independencia de México. No. 157 - Tomo II. Primera edición 1877, José M. Sandoval, impresor. Edición facsimilar 1985. Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana. Comisión Nacional para las Celebraciones del 175 Aniversario de la Independencia Nacional y 75 Aniversario de la Revolución Mexicana. Edición 2007

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